Buscar este blog

lunes, 29 de octubre de 2012

¿CUESTION DE INDIVIDUOS O DE INSTITUCIONES?

Quiero referirme a dos casos de violencia física y simbólica contra las mujeres que generaron polémica durante la semana pasada en Colombia. El primero de ellos, el caso de la reportera gráfica Ana María García del periódico El Tiempo que fue neutralizada por un policía en Bogotá, cuando pretendía registrar con su cámara digital el accidente del Transmilenio donde este vehículo de transporte masivo se partió en dos.  Al pasar por el lugar, la reportera gráfica percibió la noticia perfecta para registrar y quiso tomar una foto a como diera lugar, el policía la toma por el brazo y le dice que ella no puede pasar al lugar de los hechos, ella le dice que la suelte y ahí empieza un forcejeo, donde por supuesto el policía con toda la fuerza y la técnica castrense doblegó a la reportera gráfica, haciendo gala de un desmedido uso de la fuerza y abuso  de autoridad. Un transeúnte registró en su cámara la foto que aparece adjunta.


Fuente foto: El Espectador.

Con la contundente imagen de abuso de autoridad el Director de la Policía procedió a presentarle disculpas a la reportera en nombre de la institución, argumentando que al policía se le seguirá el respectivo proceso disciplinario y que su actuar es una vergüenza para la Policía Nacional. Analizando el caso con mis estudiantes del curso “Las mujeres en la historia” en la Universidad Autónoma de Occidente-Cali, considerábamos que este es no es un caso aislado de abuso de autoridad, sino que, por el contrario, el comportamiento del policía se corresponde con una directriz institucional y con la exigencia de una cultura misógina que le dicta consciente o inconscientemente a los hombres normales cómo actuar. Es decir, el policía actúa de acuerdo con lo aprendido y exigido en la institución a la que pertenece. Este policía está formado para estar al acecho del enemigo, identificar posibles delincuentes y sobre todo no aceptar un posible irrespeto a la autoridad, mucho menos por parte de una mujer irreverente. El policía se comportó pues, como un hombre normal, que actúa sin pensar, condicionado por exigencias viriles y militares, él sigue los patrones estandarizados de una cultura machista y obedece la jerarquía militar, tal como le ha sido enseñado.

La actitud del policía es pues, un ejemplo más de una cultura machista, misógina e irrespetuosa del género femenino – no sólo de las mujeres- y además de una cultura institucional que exige a sus funcionarios lealtad con la institución, demostrando resultados y competencia,  jamás dando a entender atisbo alguno de debilidad. Un ejemplo más de lo que el sociólogo canadiense Michael Kaufman, llama “la contradicción de poder entre los hombres”. En el actuar de este policía confluyen varias situaciones: la normalidad de los hombres comunes, la virilidad irreflexiva y la práctica laboral automática.

El segundo y polémico, caso que puede calificarse de violencia simbólica contra las mujeres en Colombia, es la distribución y posterior confiscación de los llaveros distribuidos entre los soldados del ejército para promover la importancia de desactivar las minas antipersonales en Santa Rosa del sur, Bolívar. El llavero tiene en su centro la imagen de un par de piernas negras que desatan el sostén rojo de una mujer que está de espaldas, acompañado por el letrero: “Porque sus piernas sirven para algo más que caminar”. Con un claro contenido sexual, racial y de instrumentalización del cuerpo femenino, un funcionario de una Comisaría de Familia procedió a hacer la respectiva denuncia para impedir la distribución del polémico llavero. Afortunadamente alguien sensato tuvo a bien parar este desacierto, no obstante muchas preguntas se tejen alrededor.

Fuente foto: El Espectador.
¿Cuál es la naturaleza de este Estado colombiano, que si bien tiene funcionarios públicos sensatos como aquel que denunció la circulación del llavero, tiene otros que tienen la desfachatez de diseñarlo, producirlo y ponerlo a circular?

¿Cuál es el lugar que ocupa la mujer en el Estado Colombiano? Si hubiera claridad en el respeto absoluto que tanto hombres como mujeres merecen  y que en la propaganda tiene un fin social, que no puede abusar de imágenes con contenido sexual, ni discriminatorio, este tipo de cosas ni siquiera podrían ocurrir.

No es el caso de una agencia particular de publicidad que distribuye información masiva para promover un mercado privado, estos llaveros, aunque hayan sido posteriormente decomisados, son realizados con recursos públicos, concebidos por un publicista -cuya calidad conceptual no entro juzgar aquí- ha sido contratado por ese Estado que debería estar comprometido con el respeto absoluto de las mujeres y con la educación social, de forma que no hubiera lugar a equívocos de este tipo.



Estos dos casos de violencia física, el primero, y simbólica el segundo, no responden a un comportamiento individual, sino a una directriz institucional que dista  mucho de un proceso de civilización donde podamos construir una sociedad basada en el respeto absoluto del ser humano. Donde la mujer no tenga que andar defendiéndose de hombres que abusan de su fuerza física y, en este caso, jamás una mujer pensaría que tiene que defenderse de una institución que está para defenderla. Donde la imagen y el cuerpo de la mujer no sean, bajo ninguna circunstancia,  instrumentalizados con fines de mercado ni de ningún otro tipo. Pero si el Estado, que debería ser el garante de los derechos humanos, da ejemplo de todo lo contrario, el avance por el proceso civilizatorio se nos hace más difícil.
 

viernes, 26 de octubre de 2012

Retos para la participación política de las mujeres negras en Colombia

Foro: “Porque lo Personal es Político no más Violencia contra las Mujeres”.

Retos para la participación política de las mujeres negras en Colombia

Por Elizabeth Gómez Etayo, Socióloga, PhD en Ciencias Sociales
Buenaventura, miércoles 10 de octubre de 2012


Presentación
Tengan todas ustedes muy buenos días. Es un placer para mí estar en Buenaventura, tierra de mis afectos que me ha alojado en distintos momentos de mi vida y en la que he aprendido bastante del trabajo comunitario y de los procesos organizativos de las mujeres negras.
Me han pedido para este foro que me refiera al tema de la participación política de las mujeres, con énfasis en las mujeres negras. Para tratar el asunto me quiero referir a tres aspectos que considero fundamentales para que las mujeres negras incorporen en su proceso de participación política; el primero de ellos es la Historia, el segundo es la Cultura y el tercero es la Política.
Historia
Considero importante referirnos a una nueva historia; una historia donde se tenga en cuenta también a miles de invisibles que han hecho parte de ella pero que no han quedado registrados en los anaqueles históricos. Grandes historiadores han planteado ya, que las mujeres son las grandes ausentes de la historia, pues ellas no fueron tenidas en cuenta como protagonistas de grandes hazañas, sin embargo contribuyeron en tales gestas libertarias. En honor y justicia a tales procesos, los historiadores franceses Georges Duby y Michelle Perrot han dedicado varios tomos a la Historia de las Mujeres, partiendo desde la antigüedad, pasando por la edad media, hasta llegar a la mujer moderna. Por otra parte, Eric Hobsbawn, historiador inglés recientemente fallecido, llamó a la revolución cultural de las mujeres, como una revolución silenciosa que ha transformado la vida cotidiana del siglo XX sin lanzar una sola bala.
Efectivamente las mujeres han contribuido de manera fundamental en transformar la historia social, introduciendo cambios en la vida íntima, cotidiana y doméstica. Revolución cultural y silenciosa. 
Para nombrar una historiadora más, quiero referirme a Joan Scott, quien en su libro “Género e Historia”, considera que al ver la sociedad con las diferencias de género, es decir, con las relaciones sociales y de poder que se construyen entre hombres y mujeres, tal mirada trae cambios significativos de la sociedad, haciendo aportes fundamentales a la forma de escribir y contar la historia. Esa Historia, con H mayúscula, ya no es la historia del hombre, sino la Historia de cómo los seres humanos, hombres y mujeres, han contribuido a la vida social, económica, política y cultural de las sociedades.
No obstante, a pesar de esfuerzos significativos en el mundo académico, todavía existe una deuda pendiente con las mujeres que no se reconocen en las mujeres blancas, de clase media o burguesas. Las mujeres campesinas, indígenas, pobres y negras, no han estado debidamente reconocidas en la Historia.  
Así pues, considero necesario y de vital importancia que las mujeres negras  reconozcan su propia historia como pilar fundamental de la participación política. Es necesario saber de dónde venimos, cómo fueron los procesos de diáspora, dependencia y emancipación. Pero esa historia, no es por supuesto la historia oficial, es una nueva historia, es la historia que se recoge de algunos libros, pero también de la tradición oral y de la resignificación de procesos sociales y políticos.  Hablemos un poco de ellos.
¿Sabemos qué se conmemora el próximo viernes 12 de octubre? Nos educaron diciéndonos que celebramos el día del descubrimiento de América. De niñas nos disfrazaron de negras e indias y nos hacían ofrecerles oro a los reyes de España. Todavía existen algunas escuelas que reproducen ese esquema; esa forma de ver, estudiar y hacer la historia. Después nos dijeron que era el día de la raza, eufemismo que pretende presentar el encuentro de, por lo menos, tres mundos: el español, blanco y civilizado, con el africano y el indígena, inculto e incivilizado. Pueblos primarios a los que había que llevarles civilización, un orden social europeo, foráneo, blanco  e impropio. Desconociendo a todas luces, estos nuevos pueblos como comunidades autónomas. Tal Encuentro algunos críticos lo consideran realmente encontronazo.
Pues bien, debemos reconocer que ese lenguaje hay que cambiarlo. Ya algunos procesos sociales latinoamericanos han alzado sus voces desde 1992, año en que se conmemoraron los 500 años de América, para decir: “a nosotros no nos ha descubierto nadie” y no tenemos nada que celebrar,  pero sí mucho que conmemorar. Hacer memoria. De ahí deriva que para este próximo 12 de octubre se considere que realmente estamos conmemorando “El último día de libertad para los pueblos originarios” pues aquí vivían grandes civilizaciones que fueron usurpadas. Y de África se trajeron violentamente pueblos enteros desconociendo sus culturas y jerarquías. Los colores de piel fueron el pretexto para legitimar el abuso y la violencia contra pueblos enteros.
¿Cómo incide ese proceso de esclavización, violencia y usurpación del que fueron víctimas los pueblos afrodescendientes, hasta nuestros días? ¿Será que existe en la cotidianidad del pueblo afro huellas de ese pasado violento que condicionen su vida hoy en día?
Invito a las mujeres negras a que conozcan su historia y piensen en estos y otros interrogantes. Invito a las mujeres negras a que eduquen a sus hijos e hijas en una nueva historia. Invito a las mujeres negras a que cuestionen la educación tradicional que se brinda en las escuelas y colegios, donde se esté insistiendo en paradigmas de dependencia y sumisión, para que propongan nuevos cánones de reconocimiento de la historia y por tanto de la libertad.
Cuando las mujeres negras reconocen su propia historia, y no la historia oficial, empiezan a hacer conciencia de que han sido sujetos de doble discriminación: la discriminación por género y la discriminación racial. Podríamos agregar también que existe la discriminación por clase social. Así pues, mujeres negras y pobres tendrían una triple discriminación. Pero la transformación de esa realidad social no depende de que alguien externo, como yo, lo diga en una ponencia de media hora. Transformar esa realidad depende de iniciar un proceso consciente de valoración, interés y reconocimiento de la propia historia. No la historia aburrida que nos hacía dormir en las clases de ciencias sociales, para las que fueron a la escuela, sino la nueva historia, la que cuentan las abuelas, la que investigan también, intelectuales comprometidos con la libertad de los pueblos oprimidos. Esa historia hay que buscarla y que hay que construirla. Así pues, insisto en que uno de los pilares fundamentales para la participación política de las mujeres negras es conocer su propia historia, su nueva historia.
Cultura
Se tiene la tendencia a creer que cultura es todo. El concepto y la palabra cultura han caído, pues, en un lugar banal, superficial y pobre. Vamos a comprender en este foro que la cultura es todo aquello que transforma los estados del ser humano, de esta manera, son los seres humanos los que hacen la cultura. La cultura es construida socialmente. La tradición, es decir, la repetición de costumbres por generaciones, hacen creer que la cultura es algo normal, natural o que siempre ha sido así. El segundo aspecto que quiero resaltar entonces, es que la cultura es transformable porque es producto humano.
Entonces, cuando a ustedes les digan que “la pobreza es cultural, “el machismo es cultural”, “la violencia es cultural”, piensen: ¡que bueno! Porque quiere decir que podemos transformar tales situaciones, que no son naturales, que no brotaron de la tierra. Fíjense que cuando a distintos problemas sociales la gente responde: “es que eso es cultura”, parece como si estuvieran diciendo “no hay nada que hacer” y es justamente todo lo contrario. Todo lo que es cultural es producto humano, por  tanto es transformable. Si tuviéramos que hablar de una naturaleza humana, ella sería cultural.
En el caso de las mujeres negras, quiero referirme a un aspecto particular de la cultura y es sobre la representación social que se ha construido de la mujer negra. El estereotipo sociocultural de la mujer negra. ¿En qué consiste eso? Pensemos: ¿Cuál es el modelo de mujer negra que se tiene socialmente? Cuando se piensa en una mujer negra, ¿Cómo se refieren a ella? La mujer exótica, hermosa, cadenciosa, sexual, erótica, y otro tipo de apelativos que hacen referencia a su desempeño sexual. También como la mujer perezosa, abandonada y desordenada. Epítetos que son extensibles también a los hombres negros y que dan cuenta de un racismo soterrado. Pues bien, en el caso de las mujeres-negras, políticamente no se puede ni debe hacer una distinción de género y clase. Porque las dos formas de discriminación operan conjuntamente.
Ahora pensemos: ¿Cómo son alimentados esos estereotipos culturales por las propias mujeres negras? ¿A las mujeres negras les gusta ser reconocidas sólo como buenas sexualmente? ¿Contribuyen a esa minimización de su ser mujer? Dejemos esas preguntas quietas por un momento, pues no es fácil su decantación, demos un tiempo.
Quiero presentar algunas fotografías de mujeres que están rescatando modelos de mujeres negras, olvidados, desconocidos e invisibilizados. Se trata del concurso de peinados afro que se viene realizando hace varios años en Cali. Quienes realizan este concurso tienen un trasfondo político que se articula culturalmente a través de ciertas estéticas que se consideran de resistencia. Las mujeres afro son el nicho por excelencia de un nuevo mercado: el pretendido blanqueamiento de la mujer negra, a través de cosméticos, especialmente cremas alisadoras para el cabello, que escondidas tras el pretexto de la facilidad en el manejo y de la belleza blanca, quieren que las mujeres negras alisen a cualquier costo su cabello crespo, llamado “apretado” o “duro”. 
Miremos las siguientes fotografías y reconozcamos también la belleza, otra belleza en una estética invisible. Desconocida. Y pensemos si es posible reconstruir una nueva estética de la mujer negra, que contribuya culturalmente en procesos de empoderamiento y reconocimiento como mujeres negras. ¿Qué nos dicen esos peinados? ¿Qué historia traen desde la lejana y misteriosa África? ¿Qué representan? ¿De qué pueblos milenarios y culturas ancestrales nos hablan? Miremos.









 



Fotos de Jesús Humberto Jimenez Zamorano.

Esos peinados tienen una historia. Una razón de ser. Un pasado que, a fuerza de imposiciones estético-culturales, las mujeres negras han ido perdiendo. Creo que la transformación cultural de las mujeres negras, necesaria para su participación política, empieza por reconocer que existen estereotipos que no sólo son creados socialmente, sino que son alimentados desde adentro de las propias mujeres negras. Invito a que las mujeres negras sean dueñas de sus propios procesos culturales y ese proceso comienza por el cuerpo.
La mujer negra ha sido cooptada por el mercado e instrumentalizada por la publicidad. De la misma forma ocurre con las mujeres blancas, mucho menos con las indígenas. Pero si las mujeres negras quieren construir procesos políticos auténticos, autónomos, importantes, duraderos y fortalecidos desde las bases, es necesario e importante que vayan al interior de su propia historia y su propia cultura; un buen comienzo es pensar en cómo su cuerpo ha sido banalizado e instrumentalizado y cómo ellas mismas han contribuido a esa banalización.
Sé que esta propuesta puede resultar desconcertante, incómoda y hasta atrevida. Porque siempre estamos acostumbradas a ver los problemas y las talanqueras allá afuera y no bajo nuestra propia responsabilidad. Pero ya que tenemos la oportunidad de pensar en nuevos procesos, propongo mirar para adentro y empezar a transformar desde allí. Que la belleza blanca no sea el patrón de belleza negra, de acuerdo, pero que las mujeres negras no permitan ser objetos de mercado, que hagan consciencia de su cuerpo, de su belleza, de su estética y de cómo no alimentar los distintos estigmas que se tienen sobre la mujer negra.
Es legítimo, por supuesto, que las mujeres negras quieran parecerse a las blancas, legítimo en el plano íntimo y personal, pero si estamos queriendo abordar la participación política de las mujeres negras, debemos empezar por reconocer la diferencia, como también que ella, la diferencia, no puede ni debe ser soporte de desigualdad. La igualdad de derechos depende de reconocer la diferencia. Miremos más peinados que nos recrean esa nueva estética que propongo reconocer y valorar más en contrapeso de los objetos de mercado que cooptan hasta nuestro gusto.

Foto de Jesus Humberto Jimenez Zamorano


Foto de Jesus Humberto Jimenez Zamorano

Política
Finalmente quiero referirme a la política. Primero, abordemos el concepto a partir de la filósofa de la política Hannah Arendt, para quien la política persigue el bien común. La política nace entre los seres humanos. La política es colectiva. No existiría por tanto una acción política individual, sino que representa siempre una colectividad. Desde esa perspectiva, se puede considerar que, paradójicamente, las mujeres negras siempre han tenido participación política. Pues siempre han tenido prácticas comunitarias, es decir, colectivas, y han velado por el bien común. La paradoja consiste en que su participación comunitaria no ha sido reconocida ni valorada políticamente. De nuevo, han estado por fuera de procesos de representación.
Las mujeres negras tienen pues, experiencia ancestral del ejercicio político. Ese reconocimiento se articula con los aspectos señalados anteriormente, la historia y la cultura. Estas tres esferas, pues, historia, cultura y política, tienen una íntima relación para pensar en los procesos de participación política de las mujeres negras.
Si las mujeres negras han tenido esa experiencia, yo invitaría a que la conozcan, la reconozcan y la valoren positivamente, pues existe allí un gran valor agregado que antecede su actual participación. Pero, haciendo una gran salvedad: y es que las mujeres negras podrían ser el pivote de una nueva forma de hacer política en Colombia y en su región, si se diferencian en su práctica, de viejos vicios clientelares que han privilegiado los intereses de unos pocos, a costa del bien común.
Una nueva política en manos de mujeres negras, necesita que reconozcan como se ha confundido la práctica política, que en esencia busca el bien común, con la búsqueda del bien particular. La política de las mujeres negras no puede privilegiar intereses individuales. Yo invitaría a que las mujeres negras se preparen para participar políticamente reconociendo su historia y su cultura para actuar de una forma distinta a lo que tradicionalmente ha sido la política en Colombia: una práctica que privilegia intereses particulares. 
En Buenaventura y en la Costa Pacífica, como también en otras regiones de Colombia, la participación política de comunidades negras ha caído en vicios de clientelas que terminan justificando la estigmatización racial contra esta población. Es decir, cuando las comunidades negras van a la vida política y terminan actuando con las mismas prácticas cuestionadas de otros sectores, este tipo de prácticas se escudan en el vedado racismo, argumentando que los negros no tienen capacidad de gobierno y mucho menos de gobernanza. Esto obedece a que los grupos históricamente discriminados, como las mujeres y los negros, son más duramente juzgados cuando tienen actuación pública.
Se debe tener en cuenta, además, que la participación política es inherente a la vida pública, esto exige que se actúe siempre con transparencia, idoneidad y honestidad. Las mujeres negras tienen ahí un gran desafío. Pues ustedes, mucho más que yo, saben que en su región y en sus localidades, las prácticas políticas no han sido las más diáfanas. Esto no obedece solamente a diferencias de género, raza y/o clase social, sino a la existencia de un sistema político que invita a la corrupción y el despilfarro de bienes públicos, porque los recursos no han sido concebidos colectivamente, son para fines particulares.
Ese es otro aspecto fundamental para la participación política de las mujeres negras: conocer cómo funciona el Estado colombiano, conocer cuál es el sistema detrás de este Estado y cómo ha sido concebido la práctica política, para que reconozcan los errores, los vicios y las dificultades y se construyan en clara oposición contra todo aquello que vaya contra el interés colectivo. La participación política de las mujeres negras requiere, pues, una formación ética férrea, basada en sus prácticas ancestrales de colectividad.

martes, 9 de octubre de 2012

¿Cómo construir cultura ciudadana?

Por Elizabeth Gómez Etayo, Socióloga de la cultura.
Cali, 9 de octubre de 2012.

La cultura ciudadana no se reduce, por supuesto, a saber usar el sistema de transporte masivo; saber que P40, significa que va de la zona 4 a la zona 0, como diligentemente enseña frente a las cámaras la gerente de Metrocali. Vamos a entender por cultura ciudadana las formas, modos, prácticas, hábitos y costumbres de usar adecuadamente la ciudad, para que toda la población que la habita, desde los más ricos hasta los más pobres, tengan derecho a vivir a plenitud en ella, esto es: gozarla como espacio público de encuentro.
Vamos a entender por ciudad ese conglomerado urbano moderno que necesita y promueve, o debería promover, unas formas particulares de vivir en la ciudad. Uno de ellos, por ejemplo, el buen uso del espacio público. Entendiendo no sólo el espacio físico, sino el espacio sociocultural de la democracia y el ejercicio político. Así, pues, una cultura ciudadana sería la forma en la que los ciudadanos viven y disfrutan la ciudad, gozan de los bienes públicos, usan el espacio público y conviven sin agredirse unos a otros.
¿Cómo se podría caracterizar la cultura ciudadana de una ciudad como Cali? Sin duda, estamos lejos de que todos sus habitantes tengan todavía derecho a la ciudad. Derecho a una ciudad amable, habitable, segura, arborizada, descontaminada, caminable, usable.  Y frente a nuestra falta de cultura ciudadana, los dirigentes de la ciudad insisten en sancionar a los malos ciudadanos que no demuestren una buena cultura ciudadana, como si ellos, los dirigentes, estuvieran eximidos de responsabilidad en nuestra pobre cultura ciudadana y como si los malos ciudadanos, fueran los únicos responsables de este caos urbano.
La cultura ciudadana no es natural, no brota de la tierra y no es innata a los humanos, la cultura ciudadana se construye. Y ese proceso social no depende solamente de los individuos –esos buenos y malos ciudadanos- que habitan la ciudad, sino también, y sobretodo, de los dirigentes que orientan el destino de la misma. La cultura ciudadana no se mide por asuntos que pueden resultar meramente cosméticos como hacer la fila, no arrojar la basura, no pisar la cebra y ceder el paso, aspectos importantes, sin duda,  pero que resultan menores frente a otros estructurales y que dan cuenta del derecho a vivir y gozarse la ciudad; habrá cultura ciudadana cuando se mejore la infraestructura física y habitacional, cuando las redes de servicios lleguen a precios justos a todos los usuarios que la necesiten, cuando cuidemos del medio ambiente, cuando haya políticas sociales de inclusión, como subsidios al transporte público, entre otros aspectos, aspectos que los ciudadanos necesitan y demandan de distintas formas, pero que los dirigentes de nuestra ciudad no parecen entender y atender, así, es difícil construir cultura ciudadana. Necesitamos ponernos (y no colocarnos) de acuerdo.
Escucho a algunas señoras que añorando una mejor ciudad, resignadas de no tenerla y justificando la ineficacia de los servidores públicos, argumentan que no se puede invertir en infraestructura física, en parques, en zonas verdes y en embellecimiento de la ciudad, lo cual sería un bonito comienzo, porque la gente no cuida, la gente daña, la gente es inculta. Pero resulta que en los países desarrollados está comprobado que lo bonito, agradable, amable e incluyente la gente sí lo cuida. Vamos al tronco y no nos quedemos en las ramas. ¿Por qué algunos “desadaptados” queman los hermosos buses articulados que tanto nos han costado? Pues porque hay insatisfacción ciudadana y no es suficiente sancionar al desadaptado, sino comprender qué es lo que expresan tales sujetos con su accionar.
Parece que los dirigentes de la cuidad, hoy en cabeza del Alcalde de Cali, la gerente de Metrocali y distintos secretarios de despacho, especialmente el de Tránsito y Transporte, encuentran en el vocablo sanción la palabra preferida, el concepto más indicado y el procedimiento más pertinente para construir una cultura ciudadana.
Con la llegada de la nueva administración local, a gran parte de caleños y caleñas nos han metido en cintura, como coloquialmente se dice. A través de multas por exceso de velocidad, por pasarse semáforos en rojo, parquear en lugares indebidos, no tener documentos del vehículo al día, entre otras infracciones o negarse a chatarrizar el bus, están siendo recaudadas millonarias sumas por la administración local – tal como fue señalado por el Alcalde de Cali, Rodrigo Guerrero, en la mañana del 4 de octubre de 2012 por Caracol Radio- de esa forma, con altas sanciones, se pretende que sea ordenada la ciudad y por ende, que llegue poco a poco la tan esperada ¡cultura ciudadana! ¿Y a ellos quién los mete en cintura?
¿Para dónde va ese dinero recaudado? ¿Será que con estas medidas coercitivas, con las multas y las sanciones implementadas se está promoviendo una cultura ciudadana? Señores de la Administración Municipal, con toda claridad diversos sectores académicos queremos manifestarles que no. Así no se promueve una cultura ciudadana, así no vamos a dar el paso al progreso, así no vamos a ser una ciudad moderna, como lo pretende el Alcalde. El sistema articulado de buses que se promueve como uno de los mejores sistemas de transporte implementados en Colombia y en el mundo, como lo expresan algunos dirigentes, quizás lo sea, pero debemos aceptar, en gracia de la reflexión, que su implementación ha sido traumática y ha  desconocido las necesidades sentidas del grueso de la población, especialmente de los usuarios más pobres y de los antiguos transportadores que se han quedado sin trabajo. En lugar de darle un manejo diferente a la situación se sigue actuando con medidas de fuerza, de choque, de imposición y no con conciliación de las partes. De repente un día amanece y el trabajador o el estudiante no saben cómo llegar al trabajo, al colegio o a la universidad. Y a esos se les pide tolerancia.
Señores de la administración municipal, se debe reconocer también que Cali ha sido una ciudad planificada especialmente por los comerciantes y empresarios, que no dudan en montar un nuevo centro comercial y desarrollar de esta manera la ciudad por pedacitos, pero no ha sido planificada por la administración municipal, muestra de ello es el crecimiento desordenado de la ciudad, el aumento de la miseria y de la inseguridad urbana, como también el plan de las llamadas Megaobras, que si bien ha sido un avance importante para la ciudad, en muchas circunstancias parece el resultado de la improvisación. Sin duda, el MIO es un avance en materia de ciudad; claro indicador de progreso especialmente para las clases medias y altas, pero no para los sectores más pobres, que están sintiendo los rigores de esta implementación.
¿Cuándo se desarrollará una megaobra social para garantizar que no haya niños durmiendo en la calle? ¿Cuándo se adelantará una megaobra social de inversión en salud, educación y vivienda, para evitar el crecimiento de nuevos asentamientos humanos en lugares de riesgo? Todos fuimos viendo como crecían y crecían en las márgenes de la ciudad, zonas para donde no debían crecer, pero crecieron, con el beneplácito de  grandes constructoras -no sólo de los constructores piratas- y el silencio de varias administraciones y autoridades locales.
¿Cuándo se adelantará una megaobra para parar el daño ecológico y ambiental de nuestra región, especialmente de nuestros ríos? Por el contrario, lo que se ve es que las grandes constructoras con permisos debidamente otorgados por la Alcaldía de Cali, construyen sus ostentosos condominios a orillas de los principales Ríos de la ciudad, antes fue el Aguacatal, el Río Cali, el Rio Meléndez y hoy el emblemático y triste Rio Pance. Así, es difícil construir una cultura ciudadana, cuando la brecha entre ricos y pobres, que ya son miserables, sigo creciendo y agudizándose.
Con este panorama de desigualdad social no se  le puede pedir “tolerancia” a la ciudadanía en general, tal como en reiteradas ocasiones lo hace el Alcalde; cuando la ciudad no tolera más miseria, mas deterioro ambiental, más huecos en las calles, una pobre señalización vial, un pobre espacio público, deficiente seguridad ciudadana. “La tolerancia es la pasión de los inquisidores, el buen ladrón quisiera no tener que robar”, así nos canta Silvio Rodríguez y así lo suscribo yo.  
La cultura ciudadana se construye con equidad en la distribución de la riqueza, con educación amplia, masiva y de calidad, con un sistema de salud pleno en cobertura y servicios, con subsidios a la población más pobre, con redes de servicios públicos a precios justos, en general, con justicia social, y no con medidas coercitivas y recaudación de millonarias multas cuyo destino es desconocido para el grueso de la población y sólo azuzan el malestar ciudadano.

martes, 2 de octubre de 2012

MUJERES POR LA PAZ


 

¡ No es muy pronto: es el momento justo ;
 
es oportuno !
 
 
¡rompamos el silencio!

Desde Bogotá nos llega esta información y nos solicitan sumarnos como región a las reflexiones y acciones.

Mujeres de muchos sectores , de los partidos , campesinas, de organizaciones feministas , de Artistas , de excombatientes , del Congreso de los Pueblos, de la Marcha patriótica , de organizaciones pacifistas  y de otros sectores, se reunieron para pensar juntas una alianza, una estrategia frente a la coyuntura del escenario de negociación  y se habló de la urgencia de rodear ese espacio para que las partes no se paren de la mesa.

Quedaron como acuerdos y propósitos  : a. Arropar  el proceso desde las mujeres;  b. construir una corriente de opinión desde las mujeres;  c. Incidir en algunos aspectos de la agenda sin que ello lleve a grandes discusiones d.Que el espacio tendrá como nombre MUJERES POR LA PAZ e. Que se debe sumar a este propósito las mujeres en las regiones y no solo las organizaciones en Bogotá. c. que todas las mujeres que se sumen al movimiento, prepararan una acción pública para el 8 de Octubre o el dia en que inicien los diálogos. d. para la próxima reunión se ajustará y aprobará el Acta de Conformación de MUJERES POR LA PAZ e. se harán sugerencias metodológicas y propuestas para la estrategia de comunicación f. que después del 8 de octubre veremos cómo hacer discusiones para  el Marco jurídico para la paz y Justicia Transicional.

Les animamos para iniciar ese espacio de conversación aca en el Valle del Cauca. Sin que se pierda la autonomía de cada organización y de cada movimiento para participar en el proceso como lo desee, solo que como movimiento de MUJERES POR LA PAZ , nos uniremos a partir de unos acuerdos mínimos para rodear este proceso.

El Movimiento de Mujeres ya ha tenido buenas experiencias en las cuales hemos logrado estar unidas en torno a unos mínimos como en MUJERES PAZ HARAN del año 2.000 y hoy es una buena oportunidad para retomar las acciones conjuntas.

Primera reunión : Este martes 2 de Octubre - Lugar Sociedad de Mejoras Públicas (Carrera 4 #6-76) – Hora : 8:00 a.m. – 10:00 a.m. 

Adjuntamos las Actas de dichas reuniones

¡ No es muy pronto: es el momento justo ; es oportuno ! ¡rompamos el silencio!