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martes, 9 de octubre de 2012

¿Cómo construir cultura ciudadana?

Por Elizabeth Gómez Etayo, Socióloga de la cultura.
Cali, 9 de octubre de 2012.

La cultura ciudadana no se reduce, por supuesto, a saber usar el sistema de transporte masivo; saber que P40, significa que va de la zona 4 a la zona 0, como diligentemente enseña frente a las cámaras la gerente de Metrocali. Vamos a entender por cultura ciudadana las formas, modos, prácticas, hábitos y costumbres de usar adecuadamente la ciudad, para que toda la población que la habita, desde los más ricos hasta los más pobres, tengan derecho a vivir a plenitud en ella, esto es: gozarla como espacio público de encuentro.
Vamos a entender por ciudad ese conglomerado urbano moderno que necesita y promueve, o debería promover, unas formas particulares de vivir en la ciudad. Uno de ellos, por ejemplo, el buen uso del espacio público. Entendiendo no sólo el espacio físico, sino el espacio sociocultural de la democracia y el ejercicio político. Así, pues, una cultura ciudadana sería la forma en la que los ciudadanos viven y disfrutan la ciudad, gozan de los bienes públicos, usan el espacio público y conviven sin agredirse unos a otros.
¿Cómo se podría caracterizar la cultura ciudadana de una ciudad como Cali? Sin duda, estamos lejos de que todos sus habitantes tengan todavía derecho a la ciudad. Derecho a una ciudad amable, habitable, segura, arborizada, descontaminada, caminable, usable.  Y frente a nuestra falta de cultura ciudadana, los dirigentes de la ciudad insisten en sancionar a los malos ciudadanos que no demuestren una buena cultura ciudadana, como si ellos, los dirigentes, estuvieran eximidos de responsabilidad en nuestra pobre cultura ciudadana y como si los malos ciudadanos, fueran los únicos responsables de este caos urbano.
La cultura ciudadana no es natural, no brota de la tierra y no es innata a los humanos, la cultura ciudadana se construye. Y ese proceso social no depende solamente de los individuos –esos buenos y malos ciudadanos- que habitan la ciudad, sino también, y sobretodo, de los dirigentes que orientan el destino de la misma. La cultura ciudadana no se mide por asuntos que pueden resultar meramente cosméticos como hacer la fila, no arrojar la basura, no pisar la cebra y ceder el paso, aspectos importantes, sin duda,  pero que resultan menores frente a otros estructurales y que dan cuenta del derecho a vivir y gozarse la ciudad; habrá cultura ciudadana cuando se mejore la infraestructura física y habitacional, cuando las redes de servicios lleguen a precios justos a todos los usuarios que la necesiten, cuando cuidemos del medio ambiente, cuando haya políticas sociales de inclusión, como subsidios al transporte público, entre otros aspectos, aspectos que los ciudadanos necesitan y demandan de distintas formas, pero que los dirigentes de nuestra ciudad no parecen entender y atender, así, es difícil construir cultura ciudadana. Necesitamos ponernos (y no colocarnos) de acuerdo.
Escucho a algunas señoras que añorando una mejor ciudad, resignadas de no tenerla y justificando la ineficacia de los servidores públicos, argumentan que no se puede invertir en infraestructura física, en parques, en zonas verdes y en embellecimiento de la ciudad, lo cual sería un bonito comienzo, porque la gente no cuida, la gente daña, la gente es inculta. Pero resulta que en los países desarrollados está comprobado que lo bonito, agradable, amable e incluyente la gente sí lo cuida. Vamos al tronco y no nos quedemos en las ramas. ¿Por qué algunos “desadaptados” queman los hermosos buses articulados que tanto nos han costado? Pues porque hay insatisfacción ciudadana y no es suficiente sancionar al desadaptado, sino comprender qué es lo que expresan tales sujetos con su accionar.
Parece que los dirigentes de la cuidad, hoy en cabeza del Alcalde de Cali, la gerente de Metrocali y distintos secretarios de despacho, especialmente el de Tránsito y Transporte, encuentran en el vocablo sanción la palabra preferida, el concepto más indicado y el procedimiento más pertinente para construir una cultura ciudadana.
Con la llegada de la nueva administración local, a gran parte de caleños y caleñas nos han metido en cintura, como coloquialmente se dice. A través de multas por exceso de velocidad, por pasarse semáforos en rojo, parquear en lugares indebidos, no tener documentos del vehículo al día, entre otras infracciones o negarse a chatarrizar el bus, están siendo recaudadas millonarias sumas por la administración local – tal como fue señalado por el Alcalde de Cali, Rodrigo Guerrero, en la mañana del 4 de octubre de 2012 por Caracol Radio- de esa forma, con altas sanciones, se pretende que sea ordenada la ciudad y por ende, que llegue poco a poco la tan esperada ¡cultura ciudadana! ¿Y a ellos quién los mete en cintura?
¿Para dónde va ese dinero recaudado? ¿Será que con estas medidas coercitivas, con las multas y las sanciones implementadas se está promoviendo una cultura ciudadana? Señores de la Administración Municipal, con toda claridad diversos sectores académicos queremos manifestarles que no. Así no se promueve una cultura ciudadana, así no vamos a dar el paso al progreso, así no vamos a ser una ciudad moderna, como lo pretende el Alcalde. El sistema articulado de buses que se promueve como uno de los mejores sistemas de transporte implementados en Colombia y en el mundo, como lo expresan algunos dirigentes, quizás lo sea, pero debemos aceptar, en gracia de la reflexión, que su implementación ha sido traumática y ha  desconocido las necesidades sentidas del grueso de la población, especialmente de los usuarios más pobres y de los antiguos transportadores que se han quedado sin trabajo. En lugar de darle un manejo diferente a la situación se sigue actuando con medidas de fuerza, de choque, de imposición y no con conciliación de las partes. De repente un día amanece y el trabajador o el estudiante no saben cómo llegar al trabajo, al colegio o a la universidad. Y a esos se les pide tolerancia.
Señores de la administración municipal, se debe reconocer también que Cali ha sido una ciudad planificada especialmente por los comerciantes y empresarios, que no dudan en montar un nuevo centro comercial y desarrollar de esta manera la ciudad por pedacitos, pero no ha sido planificada por la administración municipal, muestra de ello es el crecimiento desordenado de la ciudad, el aumento de la miseria y de la inseguridad urbana, como también el plan de las llamadas Megaobras, que si bien ha sido un avance importante para la ciudad, en muchas circunstancias parece el resultado de la improvisación. Sin duda, el MIO es un avance en materia de ciudad; claro indicador de progreso especialmente para las clases medias y altas, pero no para los sectores más pobres, que están sintiendo los rigores de esta implementación.
¿Cuándo se desarrollará una megaobra social para garantizar que no haya niños durmiendo en la calle? ¿Cuándo se adelantará una megaobra social de inversión en salud, educación y vivienda, para evitar el crecimiento de nuevos asentamientos humanos en lugares de riesgo? Todos fuimos viendo como crecían y crecían en las márgenes de la ciudad, zonas para donde no debían crecer, pero crecieron, con el beneplácito de  grandes constructoras -no sólo de los constructores piratas- y el silencio de varias administraciones y autoridades locales.
¿Cuándo se adelantará una megaobra para parar el daño ecológico y ambiental de nuestra región, especialmente de nuestros ríos? Por el contrario, lo que se ve es que las grandes constructoras con permisos debidamente otorgados por la Alcaldía de Cali, construyen sus ostentosos condominios a orillas de los principales Ríos de la ciudad, antes fue el Aguacatal, el Río Cali, el Rio Meléndez y hoy el emblemático y triste Rio Pance. Así, es difícil construir una cultura ciudadana, cuando la brecha entre ricos y pobres, que ya son miserables, sigo creciendo y agudizándose.
Con este panorama de desigualdad social no se  le puede pedir “tolerancia” a la ciudadanía en general, tal como en reiteradas ocasiones lo hace el Alcalde; cuando la ciudad no tolera más miseria, mas deterioro ambiental, más huecos en las calles, una pobre señalización vial, un pobre espacio público, deficiente seguridad ciudadana. “La tolerancia es la pasión de los inquisidores, el buen ladrón quisiera no tener que robar”, así nos canta Silvio Rodríguez y así lo suscribo yo.  
La cultura ciudadana se construye con equidad en la distribución de la riqueza, con educación amplia, masiva y de calidad, con un sistema de salud pleno en cobertura y servicios, con subsidios a la población más pobre, con redes de servicios públicos a precios justos, en general, con justicia social, y no con medidas coercitivas y recaudación de millonarias multas cuyo destino es desconocido para el grueso de la población y sólo azuzan el malestar ciudadano.

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