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miércoles, 21 de diciembre de 2011

CARTA AL NIÑO DIOS

Mi hija de 2 años y 5 meses me sorprendió, una vez más, con su respuesta a la clásica pregunta de los adultos: “y tú, ¿qué le estás pidiendo al niño dios?”. “Nada mami”. Eso me respondió. En su infinita inocencia sabe que lo tiene todo y por eso no le pide nada al niño dios. Tiene buena salud. El amor de una familia. Primos para jugar. Abuelitos que la consienten. Tías que la miman. Una mamá que la adora y un mágico mundo en su mente infantil donde todo es posible. Y ya que mi hija no le pide nada al niño dios, aprovecho entonces yo, para hacerlo en su lugar. Querido Niño Dios: Te pido que los niños y las niñas puedan disfrutar de una infancia feliz y que no tengan que acceder prematuramente a un mundo adulto que los presiona a crecer. Te pido que los y las jóvenes encuentren el placer de leer un libro, de conversar con amigos, de montar en bus e ir a cine solitos sin que los acechen los peligros modernos. Que las mamás y los papás tengan tiempo en cantidad y calidad para disfrutar con sus hijos e hijas. Que los enamorados disfruten de tardes enteras de besos y caricias sin los nuevos riesgos del amor plastificado. Te pido que los viejitos y las viejitas puedan disfrutar de una vejez tranquila, haciendo crucigramas y viendo crecer a sus nietos. Que las tías maduritas puedan disfrutar de la compañía de buenas amigas con quien conversar y reírse a carcajadas con buen un amante o solas si así lo desean. Que mis compañeros de trabajo no pierdan el buen humor, a pesar de las afugias propias de la vida adulta. Que mis amigas sigan siendo esas hermosas mujeres aguerridas y mis estudiantes sigan siendo jóvenes inquietos. Que los gobiernos entiendan que las crisis humanitarias por desastres naturales no son un castigo divino. Que la naturaleza nos perdone por todo lo que la hemos violentado. Y que nuestra sabiduría cada vez sea mayor para comprender la crisis generalizada que vivimos. Que aprendamos a fluir en vez de atacar. Que aprendamos a dar y recibir. Que encontremos la paz en el silencio o en el ruido, pero que encontremos paz. Que las gorditas coman postres sin culpa y las flaquitas luzcan atuendos sin vergüenza. Que los hombres sean más sensibles y las mujeres más arrojadas. ¡Que tengamos todos, un feliz nacimiento al amor! Que así sea, querido niño Dios.

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