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viernes, 2 de diciembre de 2011

VIH con rostro de mujer

El 1 de diciembre, Día Internacional de Lucha contra el SIDA, la Asociación Lila Mujer realizó el Foro, “EL VIH tiene rostro de mujer. Que ni tu rostro ni tu vida hagan parte de las estadísticas del VIH”, en el Centro de Servicios La Casona, de la Fundación Carvajal, en el corazón del Distrito de Aguablanca, Cali. Tuve la fortuna de compartir mis ideas en este hermoso foro, en un escenario con un reportorio de lujo: las chicas del Centro Cultural del Chontaduro quienes abrieron la sesión con una clara y divertida pieza de teatro; luego, Cynthia Montaño, cantante de rap quien nos deleitó con su voz, regalándonos tres sentidas canciones. Una de ellas, titulada “Seguiré”, inspirada en la vida de Yaneth Valencia, fundadora y directora de la Asociación Lila Mujer; también participó Jenny Alzate, estudiante de literatura de la Universidad del Valle, escritora del periódico La Palabra y cuentera por vocación. Jenny nos contó la verdadera versión de caperucita roja. ¡Cuánto talento! Talento femenino y popular.


Fue un foro emotivo y profundo donde se puso de manifiesto que las mujeres heterosexuales son el grupo poblacional que cada vez tiene más riesgo de infectarse por VIH en razón de nuestra cultura machista. Una cultura que continúa reduciendo a las mujeres a la posición de objetos sexuales para la complacencia masculina. Las amas de casa son una población de riesgo porque al cumplir con su supuesto deber sexual de esposas abnegadas y complacientes e ignorando las diversas prácticas sexuales de sus esposos por fuera de casa, acceden a tener relaciones sexuales sin exigir protección ni respeto, y toman el riesgo, sin saberlo, de adquirir diversas infecciones de transmisión sexual incluyendo la infección por VIH. Esto hace parte de las enfermas formas de amar que hemos aprendido y reproducido en nuestra cultura machista, que son hoy los mayores factores de riesgo para infectarse por VIH.


“¡No! No es amor si duele. ¡No! Si por amor te mueres. ¡No!”, como bien lo dijo y cantó Cynthia. Todavía en nuestra cultura las mujeres son educadas para aguantar, aceptar, ceder y soportar los caprichos, la vanidad, el deseo y las exigencias sexuales masculinas a cambio de tener un compañero emocional para lucir en público, pero a costa de su propio bienestar. La discriminación hacia las mujeres se pone de manifiesto también en las estadísticas del VIH donde los casos de las mujeres son cada vez más, pero, sin embargo, hay un subregistro de tal información y poco o nada se está haciendo para tener una atención diferencial en la salud de las mujeres. Las secretarías, los centros y los puestos de salud y diversos representantes del sector fueron los grandes ausentes de este foro, a pesar de que fueron invitados.


A juicio de las mujeres que viven con VIH, paradójicamente, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida o SIDA, es decir, las distintas enfermedades llamadas oportunistas, no son la principal causa de muerte de las personas infectadas por VIH, sino la pobreza, el hambre, la indiferencia social, la discriminación y la intolerancia que las marginan, las rechazan y las estigmatizan como si fuera la peste bubónica medieval. La ignorancia frente a este virus, como frente a tantas otras patologías, campea y ganan fuerza los mitos y las creencias, al punto que los vecinos del Barrio Las Orquídeas, donde está ubicada la sede de la “Asociación Lila Mujer”, no se atreven a entrar y conocer la sede por miedo de infección, e inclusive manifestaron su rechazo cuando la obra se estaba construyendo.


Después del foro fuimos a conocer la sede de la “Asociación Lila Mujer” y no pude -ni quise- contener las lágrimas al ver la concreción del sueño que un día tuvo la valiente Yaneth Valencia, sueño que acompañé en sus orígenes: tener una casa para las mujeres que viven con VIH. Con Yaneth nos fundimos en un abrazo de hermanas y juntando nuestros vientres, evocamos los casi 20 años de conocernos y recordamos los difíciles momentos por los que ella ha pasado lidiando con su situación y, además, criando sola a sus dos hermosas hijas que le inspiraron el nombre de Lila: Lina y Laura.


“Lila Mujer” es una sede acogedora y, digna, donde las mujeres pobres del Distrito de Aguablanca que viven con el virus de inmunodeficiencia humana, pueden acudir para ser atendidas con respeto. Sin duda, la historia de Yaneth es admirable. En medio de todas las dificultades propias de una mujer pobre, negra, madre soltera e infectada por este virus, ella ha sabido sortearlas y salir adelante con la cabeza muy en alto. “Cuando sientan que no se puede, que la cosa está difícil, que ya no tiene más fuerzas… pregúntenle a Yaneth Valencia”, quien ha decidido por la vida.

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