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miércoles, 19 de octubre de 2011

Cárceles de Máxima Seguridad

Por Elizabeth Gómez Etayo
Socióloga de la Cultura

En Colombia las cárceles son de máxima seguridad para unas, y de máxima comodidad, para otros. Visité ayer la cárcel femenina de máxima seguridad de Jamundí, en el Valle del Cauca. Compartí por dos horas con las mujeres del pabellón llamado eufemísticamente “años dorados”. Después de pasar por seis controles que comprobaron mi honorabilidad y de que no estaba ingresando armas, drogas ni otros elementos prohibidos, accedí, junto con mi colega de trabajo, al salón donde me esperaban aproximadamente treinta cinco viejas mujeres.


Esperaba encontrar allí las criminales más temibles, pues estaba ingresando a una cárcel de máxima seguridad. Sin embargo, lo que mis ojos registraron fueron mujeres negras, indígenas, mestizas y campesinas; mujeres humildes, marginales y algunas abuelas, otras mujeres no tan viejas pero que por tener más de cincuenta años se consideran de la tercera edad. Eran, en todo caso, mujeres cuyos rostros no me transmitían el miedo que sí lo haría un peligroso criminal que se esperaría encontrar en una cárcel de máxima seguridad. Más bien, encontré en ellas una mirada perdida y desesperada. Una completa incomprensión de su destino. Sus delitos, que desconozco, al parecer no ameritan estar en esta cárcel.

Algunas de ellas están pagando condenas que se consideran excarcelables, pero que el lento proceso judicial colombiano hace que terminen pagando toda la condena y que no gocen del beneficio de tener la casa por cárcel, del que otros afortunados como Andrés Felipe Arias, si goza. Es evidente que un delito cuya condena oscila entre 20 y 40 meses no merecen ser purgados en una cárcel de máxima seguridad, como también que esta cárcel, por lo menos la femenina, no cumple con los objetivos para las cuales fue construida, -la de albergar a peligrosas criminales- sino que está sirviendo para descongestionar la antigua cárcel femenina del Buen Pastor y por supuesto para ocultar que la justicia en Colombia sigue cojeando.

Expresaron que, aunque detenidas, siguen siendo sujetos de derechos, pero que los desconocen, que les gustaría tener la asesoría y capacitación de estudiantes de derecho de último grado, para que les expliquen por qué pasan los años como sindicadas sin que se resuelva su condena; y se preguntan, por qué sus condenas excarcelables no siguen el trámite respectivo, por qué están en una cárcel de máxima seguridad si sus delitos no lo ameritan, por qué sólo tienen derecho a una visita por dos horas semanales. En fin, expresaron diversas demandas que deberían ser conocidas por el Estado.

Finalmente conversamos sobre si realmente la cárcel es una institución que resocialice y deje a las otroras delincuentes aptas para vivir de nuevo en sociedad. Entre risas irónicas dejaron claro que no, que la cárcel no resocializa. Tal vez no vuelvan a delinquir por miedo, pero no porque el Estado, moralmente inferior, le esté enseñando a ser mejores ciudadanas. No cuando viven esperando que los mismos gobernantes que ayudaron a construir estas cárceles, sean, ojalá en pocos años, sus próximos compañeros de celdas.

2 comentarios:

  1. Es la posición de alguien que solo va un dia, escucha una sola posición, se conduele con el sufrimiento del otro, pero no tiene ni idea de nada. Hay de todo tipo de delitos... lo que pasa es que son adultas mayores (y no viejas), esto hace que uno se conmueva con las culpables y las no tanto. Ellas asisten a alfabetizacion ó a programas educativos según el nivel educativo, a talleres de formación y a grupos de oraciones. La situación no es la ideal, pero es mejor de lo que usted describe. Eso hace que se pierda credibilidad hacia las ciencias sociales. A estas señoras son las únicas que les dejan las puertas de las celdas abiertas todo el dia y las dejan salir mas facil a actividades extras.

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  2. Hola Tita, gracias por tu comunicación y tu expresión.Comparto contigo la percepción de que falta mucho por mejorar, pero eso es trabajo de todos y cada uno de los profesionales que estando fuera y teniendo conocimientos y experiencias para contribuir TENEMOS que hacerlo, desde la legislación, el derecho, la educación , las artes, la prevención de consumo de drogas ilegales y legales, es la acción de un estado (entendido como el conjunto de ciudadanos)comprometido con un mejor presente y un prometedor mañana , invito a través de tu blog y de tu artículo a todos aquellos que les duele este tipo de situaciones en el mundo entero a que nos unamos más en la acción y transformemos las cárceles ( las que tienen y las que no tienen rejas ) en clubes de felicidad, justicia , equidad y prosperidad. Muchas gracias de nuevo por poner este bello pretexto para comunicarnos acerca de asuntos tan importantes.
    Johanny

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