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miércoles, 12 de octubre de 2011

A propósito de interrupciones
Elizabeth Gómez Etayo, Socióloga de la cultura.

Abortar es desechar. No dejar ser. No dejar vivir. No dejar crecer. No dejar soñar. Esta es una sociedad que culpabiliza, penaliza, juzga y señala a las mujeres que deciden interrumpir un embarazo no deseado, pero que aborta a los ya nacidos vivos. Pues los ya nacidos vivos habitantes de las calles, de las esquinas, vagabundeando en las carreteras, vendiendo en los semáforos dulces que nadie compra, desplazados por la guerra interna y también por los desastres naturales, muchos de los cuales fueron ocasionados por ese mundo adulto que les da la espalda, esperando que alguien los adopte, recluidos en hogares sustitutos o muriéndose de hambre en municipios donde la riqueza es boyante, son desechados por una sociedad indolente y por un Estado irresponsable. No los dejan ser niños y niñas felices. No los dejan vivir una infancia segura, estable, saludable. No los dejan crecer como seres humanos dignos y en condiciones de derechos. Esos niños y niñas también son abortados, son desechados, son desconocidos, son ignorados y ya nacieron, y tienen vida y están por ahí caminando. Pero qué vida tienen, quién cuida de ellos, quién vela por sus derechos.


Ojalá las críticas contra el aborto en Colombia fueran tan radicales como la crítica contra un modelo económico que excluye a los más pobres, donde los más afectados son y serán las niñas y los niños. Ojalá los hombres que juzgan a las mujeres que aborten se pusieran por un día, sólo por uno, en los zapatos de las mujeres desesperadas que presionadas por las circunstancias o por su conciencia deciden interrumpir un embarazo. ¿Dónde están los hombres que abortan? ¿Dónde están las campañas masivas de educación sexual y reproductiva para que adolescentes y jóvenes no tengan que abortar y no adquieran infecciones sexuales? ¿Qué se hace en las escuelas y colegios para evitar que las chicas se embaracen? ¿Qué hace el mundo adulto que juzga a las jóvenes y adolescentes en embarazo para evitar pasar por el dolor de un aborto?

Las discusiones que se levantan en Colombia sobre el aborto parecen una cortina de humo para que no discutamos que el agua está siendo contaminada para extraer oro. Que las poblaciones campesinas siguen siendo desplazadas de sus tierras para sembrar palma africana. Que las universidades pública y privada van en vía de convertirse solamente en institutos tecnológicos que preparan mano de obra calificada que el nuevo modelo económico requiere y no para pensar sobre los principales problemas sociales. Que los indígenas están cercados por grupos armados legales e ilegales. Que los indignados ya se están uniendo en todo el mundo. Tristemente nuestra indignación todavía se sigue ocupando de temas domésticos y del ámbito de lo privado que reproducen una cultura machista, mojigata y provinciana.

2 comentarios:

  1. Interesante reflexión profesora Gómez, me pregunto qué dira el Pájaro Loco o conocido hoy como Gilles de Rais.

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  2. de acuerdo, el sistema mundo capitalista se apoderó de nuestras vidas. Hasta la caída del pelo se convierte en un problema económico. Tengo una pronunciada alopecia y gasto millones de pesos al años en embriones de pato, estiércol de vaca y hasta le puse varias veces la cabeza a un pájaro carpintero.

    Hernando.

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