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martes, 4 de octubre de 2011

De la hilaridad a la indignación

Por Elizabeth Gómez Etayo
Socióloga de la Cultura


Es común decir que la política colombiana es un circo donde no han faltado elefantes, payasos e ilusionistas. Hemos tenido desde cárceles construidas por los propios detenidos hasta celdas ampliadas por ellos mismos. Nos acostumbramos, sin asombro, a las últimas extravagancias del capo que está de moda. La justicia colombiana, a pesar de los últimos aciertos con la detención de Noguera y de Arias, entre otros sonados casos, hace poco para frenar los desmanes de los capos encarcelados. No sé qué resulta más deleznable: si la cínica narcotización de la política o la debilidad del sistema de justicia colombiano para controlar el hampa.
Grandes titulares de prensa exhiben cada tanto que un ex-congresista, preso por parapolítica, desde su cárcel de máxima comodidad maneja ilícitos negocios y que ahora se va a dedicar al más rentable de ellos: la política, pues según sus cuentas es más rentable una Alcaldía que coronar un cargamento. Abiertamente se comenta que estos personajes realizan las más inusitadas acciones como ordenar las elecciones del suroccidente colombiano y que entre sus visitantes semanales no faltan candidatos a las Alcaldías y las Gobernaciones de esta Región del país.
También es conocimiento público que uno de ellos se hizo el bypass gástrico, tumbó paredes para aumentar su celda, celebró en grande su fiesta de Cumpleaños, tiene trabajando a otros presos a su nombre para rebajar condena y por este buen comportamiento, le dieron permiso para visitar a su esposa convaleciente; permiso que sagazmente usó para vigilar como van sus mandaderos políticos del Valle del Cauca, no contento con este verdadero paseo millonario está gestionando el próximo permiso de 72 horas justo el fin de semana de los próximos comicios.
Detrás de sus acciones está clara la debilidad del sistema judiciario y penitenciario colombiano; un sistema corruptible, sobornable y cuestionable. Los funcionarios encargados de vigilarlo dudan sobre a quién obedecer y finalmente optan por el nuevo patrón, detestable figura de poder que nos ha dejado la narcotización, no sólo de la vida política, sino de la más cotidiana.
¿Cómo recuperar el ejercicio político para generar confianzas sociales y construir una sociedad realmente democrática? Los candidatos que quieran apostarle a esta misión deberán deslindar claramente de todos los grupos armados al margen de la ley y del narcotráfico para no hacerle más el juego a esa tétrica figura del capo y a esa perversa hipótesis de que estar con los duros, paga.

1 comentario:

  1. Malo porque si, y malo porque no. si no le gusta el receso escolar, entonces quedate en la casa durmiendo

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